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La Filoxera

“Un parásito que vive en las hojas y las raíces de la vid fue el causante de la mayor plaga vinícola que se recuerda, marcando un antes y un después en la historia vitícola del planeta”

 

¿QUÉ ES LA FILOXERA?

La Filoxera es un insecto que arrasó las viñas europeas a mediados del siglo XIX. Esta plaga se llamó Great French Wine Blight. La plaga se extendió desde Languedoc, donde se descubrió en 1863. Este insecto llegó de América en barco. Seguramente a través de los continuos intercambios de cultivos que tuvieron lugar en esos años. Seguramente atravesó el océano camuflado con alguna de las vides americanas que en aquella época se intercambiaban ambos continentes.

En España, durante la década de 1870, la filoxera entra por tres focos, Oporto, Málaga y Gerona. Del ataque de este insecto tan sólo se libraron los viñedos canarios y algunas zonas especialmente aisladas y con suelos arenosos que dificultaron el desarrollo de este devastador insecto que ataca las raíces de la vid.

Su expansión fue tan dramática que marcó un antes y un después  en la historia vitícola  del planeta, tanto que estuvo a punto de terminar con el cultivo de la vid en toda Europa.

¿QUÉ LE HACE A LA VID?

Este piojito se dedica a comer las raíces de la planta matándolas en poco tiempo. Pero sus mordiscos no tienen mayor importancia en América. Allí sus vides son resistentes a él. porque son de una madera más dura. Pero las pobres vides europeas tienen la madera más blanda. Por eso son atacadas fácilmente por este insecto. La vid europea pertenece a la especie Vitis Vinifera mientras que las vides americanas son de la especie Vitis Labrusca. La aparición de la filoxera cambió por completo la viticultura mundial. Hay que entender lo que supuso para Europa ver como en 10 años sus viñedos quedaban arrasados y las zonas vitícolas completamente devastadas. Fue desolador para los viticultores y para la industria del vino.

¿Y CÓMO LO ARREGLARON?

No hubo insecticida capaz de acabar con el insecto, a pesar de que el gobierno francés ofreció 300.000 Francos de la época a quien lo descubriera. Tampoco los híbridos, que aún subsisten en algunas zonas de España, funcionaron. La solución fue el injerto, porque:

  1. La vid americana tiene unas raíces duras que resisten la filoxera.
  2. Pero para hacer vino necesitamos las uvas que salen del tronco de la vid europea.

 

Pues injertaron: un pie americano, una raíz tan dura que el insecto no pueda morder, y una parte aérea europea, que nos dé las uvas que necesitamos para hacer vino. Desde entonces, todas nuestras vides se aguantan en sus pies americanos (o portainjertos) y esa madera es injertada con nuestros tempranillos, garnachas, albariños, godellos o lo que se nos antoje.

Desde entonces no debemos olvidar que en una botella de buen vino hay algo más que vino, hay una conexión directa con la historia y las generaciones que nos precedieron. Deberíamos proteger y mimar con ahínco nuestro patrimonio vitícola para dejarlo en buena sintonía para generaciones posteriores.

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